El éxito, una cuestión de esfuerzo y equilibrio

A sus 36 años, Luciana Kaplan (miembro del grupo Vistage 109) lidera la empresa que fundó junto a su padre en un sector tradicionalmente masculino, como el del acero. Además, está al frente de una asociación que ayuda a infancias en situaciones vulnerables, es madre de un niño de dos años y juega al hockey. Distinguida por Vistage Argentina con el Saco Verde en el Programa Empresarios, asegura que vale la pena el esfuerzo, siempre que se cuide el equilibrio entre la profesión y la vida personal.

Luciana Kaplan creó Aceros 21 junto a su padre, Mario Kaplan, ingeniero químico y exgerente de exportaciones en Acindar. “Yo empecé siendo administrativa y él tenía todo el conocimiento del mercado”, explica respecto de la dinámica de la dupla fundadora.

Luego se sumaron sus dos hermanos en el área comercial y financiera, mientras Luciana se hacía cargo de Comercio Exterior e iba adquiriendo herramientas para su desempeño: a la licenciatura en Comunicación Institucional, sumaría una técnicatura en Comex, una maestría en Administración de Empresas (MBA) y capacitaciones presenciales en acerías, como la que realizó en la acería SAARSTAHL, en la ciudad alemana de Völklingen.

Luciana estuvo casi una década a cargo de la gerencia de Administración y Ventas de la compañía, hasta que hace tres años su padre su padre pasó a tomar un rol de de asesor técnico-comercial en aperturas de nuevos negocios y ella empezó a asumir responsabilidades como CEO.

  • ¿Cuál creés que ha sido la principal contribución de tu gestión como CEO hasta el momento?

Mi participación más fuerte es, algunas veces, traer ideas nuevas ante desafíos que se van generando. Otras, poner en marcha propuestas que surgen del equipo, quizás cosas que yo no estaba considerando, y prestar el oído a esas conversaciones. Creo que mi gran aporte es unir alguna idea con un proceso, un proveedor con un cliente, nuestra empresa con una empresa colega. Abro el espacio para conversar, escucho lo que me estás planteando, repienso sobre el tema, le doy una vuelta, no me quedo encasillada en mis ideas.

Luciana Kaplan, miembro del grupo Vistage 109.

Creo que a mi liderazgo lo describiría desde el lado de poder mostrarme como ejemplo para contagiar o destacar acciones propias que puedan servir al otro. Esto no quiere decir que sea una “super mujer”, sino que busco ser profesional y responsable en la toma de decisiones y mostrarme transparente. A veces estoy cansada, a veces estoy con muchas ganas de todo, a veces estoy de buen humor, a veces no tanto, a veces las cosas me cuestan, a veces me equivoco. Pero, si bien suelo ser exigente conmigo misma, creo importarte poder liderar desde el lado del ejemplo y eso empieza en uno mismo.

Es un desafío diario y hay que entrenarlo, organizarse y establecer prioridades. Considero de suma importancia tener y poder dar “tiempo de calidad” en cada ámbito personal. Yo intento demostrar y mostrar a mi equipo que se necesita de ese equilibrio, tanto en lo profesional, que a mí me ha permitido el desarrollo y crecimiento en la empresa, como también en lo personal, con el acompañamiento de la familia. Yo aprendí mucho con mi hijo a valorar el tiempo de calidad (y no la cantidad de horas). Quizás no soy una mamá que estoy a su lado las veinticuatro horas, porque la parte profesional es importante en mi vida, pero mi horario laboral termina apenas abro las puertas de mi casa, ¡y cuando estoy, estoy! No estoy al celu, ni en una reunión, ni esperando hacer otra cosa. Y eso mismo lo llevo a mi empresa y al deporte también.

Pienso que mi parte profesional se dio en un país muy cambiante, quizás no estoy muy acostumbrada a la estabilidad. La situación actual nos trae cambios en lugares que no esperábamos. Los tomo como desafíos que nos llevan a reestructurarnos como personas, como empresas, como humanidad. A veces estos nuevos paradigmas nos traen ansiedades o miedos, pero si lo pensamos así creo que vamos a tener complicaciones para seguir en el día a día. Es un momento de inflexión en el que emergen nuevos paradigmas y se nos abre un abanico de oportunidades. Las decisiones que vamos tomando en la empresa tienen que ver con nuestra cultura. En Aceros 21 tenemos una cultura de adaptación constante con flexibilidad ante los cambios. Generalmente, estos cambios nos permiten crecer o innovar y podemos reflejarlos en los buenos resultados que tuvimos durante estos años. Crecimos en la cartera de clientes y proveedores internacionales, aumentamos el servicio de Comex y hoy podemos ofrecer un “puerta a puerta” de materiales siderúrgicos, desde el mercado internacional a las industrias argentinas, en un rubro que no lo tenía desarrollado y unificado. Hoy somos una pyme argentina reconocida por los proveedores de primera línea internacional, como una fuerza de expansión desde Argentina a países limítrofes.

    Parte del equipo de Aceros 21

    Jamás me lo imaginé. Este reconocimiento me abrió muchas puertas. Primero, a nivel personal me dio ánimo: quiero decir, parece que voy por buen camino, si me están reconociendo el esfuerzo y los resultados.

    Dentro de Vistage se me acercó mucha gente a la que le llamó mucho la atención que yo hablé sobre el equilibrio entre la familia y lo profesional y hemos generado nuevos vínculos laborales.

    También me pasó de ponerme a pensar y validar lo importante que es tener una familia que te impulse, que te lleve, que te desafíe, que te abrace cuando las cosas no salieron bien, que te dé esa fuerza para seguir. Vengo de la enseñanza de papá y mamá profesionales (mi mamá es abogada destacada) y de una familia donde pensamos que hay que mantenerse abiertos al aprendizaje. Cuando hablamos de las empresas o de ser profesionales, muchas veces solo pensamos en números y objetivos anuales, en KPIs, y nos perdemos de potenciar los valores básicos y fundamentales, como el amor de la familia, el cuidado a uno mismo y al otro, el respeto.

    Yo los reconozco siempre. Nos juntamos una vez por mes en forma presencial, pero el grupo está abierto las veinticuatro horas, todos los días de la semana. Yo siempre les digo que son como mi Directorio. Me permitieron abrirme, ser transparente, mostrar mis debilidades y aplaudir mis progresos. El 80% del mérito de este reconocimiento [el Saco Verde] es gracias al aporte y acompañamiento de ellos.

    Algo que Vistage me enseñó es que es importante tener el espacio para compartir cada tema en su lugar. Las mesas de domingo en familia no tienen que estar cargadas de temas laborales, ni tampoco las juntadas con amigos. Cada espacio tiene su momento y uno tiene que tener ese espacio en cada lugar. Yo encontré que mi parte profesional la comparto en Vistage. Encontré esta calidad de comunidad, con eventos, información, networking y un sentido de pertenencia.

    • Contanos sobre “Juntos a la par”. ¿Cuál es su propósito? ¿Con qué programas o iniciativas cuenta?

    “Juntos a la par” es una asociación que arrancó hace más de 17 años y trabaja con jóvenes en situaciones vulnerables. Nuestro trabajo mayor siempre fue en Laferrere, en un barrio que se llama El Entubado y en el jardín El principito. En El Entubado las actividades tienen como fin brindar un espacio a los chicos “para que sean chicos”. Porque muchos de ellos tienen que salir a trabajar o cumplen roles de adultos. Entonces, empezamos a llevarles juegos, actividades de cooperación mediante el deporte, teatro, títeres y manualidades, entre otros.

    Lo importante a destacar, más allá del maravilloso trabajo y predisposición de cada miembro del grupo “Juntos a la par”, es que todo se hace posible trabajando en equipo y que atrás de todos nosotros hay muchísima gente que siempre ayudó con ideas, donando materiales didácticos, comida y ropa, y otros tantos con separación y recolección de donaciones, traslados, etc.

    Luciana junto a su hermano en capacitación en Acería ABS, Italia. 

    La fundé junto a una amiga, Karina Salvatierra, que era de este barrio y se empezaron a sumar al equipo amigos, conocidos y familia. Y en la parte colaborativa o de donaciones las personas van cambiando según la disponibilidad de tiempo y las ganas, las posibilidades y las temáticas.

    Estos “mimos” te dan la tranquilidad de que vale la pena el desafío, vale la pena el esfuerzo, vale la pena prepararse para enfrentar los caminos que se van abriendo. Recuerdo asistir a reuniones del sector Automotriz o de Petróleo, donde antes de empezar a hablar me veían como “la asistente de”. Eran mesas con gente más grande que yo, que ya conocían el mercado. Entonces, en cada reunión tenía que prepararme y entender cada mercado, más allá de lo que yo vendía. Siempre fue mucho sacrificio y lo sigue siendo, pero desde un lado en que elijo hacerlo y dedicarle ese tiempo. Este reconocimiento fue un poco esa palmadita de que vas bien, de que vale la pena hacerlo.

    No sé bien en dónde estaré de acá a un par de años. Sí espero mejores resultados en “Juntos a la par”, que podamos llegar a más gente, a más chicos y a más familias. A nivel personal, con una familia más grande y disfrutando y acompañando junto a mi marido el crecimiento de los chicos (acá también hay un gran desafío en cada etapa infantil). En mi empresa, poder seguir divirtiéndome en los desafíos y que sea un buen espacio para empleados, dueños y directivos, para poder seguir creciendo. Espero que mi historia pueda demostrar que cada paso que damos cambia la realidad para quienes vienen después de nosotros, que no hay límites para lo que podamos lograr y que pueda contagiar a los más jóvenes el ánimo de seguir rompiendo las barreras que enfrentamos (barreras internas y externas). Y a las mujeres, que también es posible abrirse camino, incluso en sectores donde antes no éramos muchas, y que podemos ser grandes profesionales y excelentes madres, si así lo quisiéramos.


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