Fuente: La Nación

Pasó de dormir en la calle y comer de la basura a liderar una exitosa empresa tech

Franco Bovone, miembro Vistage del G115 cuenta su historia y el camino que recorrí hasta fundar Point Web.

Franco Bovone fue peón de fletes, delivery en moto y trabajó en una productora de espectáculos y una cadena de hamburgueserías. Sin embargo, como consecuencia de sus consumos problemáticos perdió cada uno de esos trabajos.

Un accidente en la moto, por manejar sin casco y después de haber consumido, lo dejó al borde de la muerte, internado en terapia intensiva. De ahí pasó a una institución donde lo ayudaron a reconocer su problema. En ese contexto se preparó de manera autodidacta: estudió en internet y fundó una empresa tech que emplea a 15 personas, algunas de ellas de mucha vulnerabilidad.

Franco siempre fue un gran emprendedor. El primero nació cuando cursaba séptimo grado en una escuela pública de Caballito. Tenía 12 años y se dio cuenta de que podía crear un videojuego. “Investigué en internet y llegué a un foro con las instrucciones. Así logré crear mi propio juego para compartir con mis amigos y que después hice público”, cuenta Franco en su sencilla y moderna oficina de Palermo.

Este porteño de 30 años está feliz porque dejó el monoambiente que alquilaba y se mudó a una casa muy cerca. “Después de vivir tanto tiempo en la calle, sin bañarme ni cortarme el pelo, me doy cuenta de lo importante que es estar bien presentable e ir a la peluquería todas las semanas”, asegura mientras posa para el fotógrafo.

Una adolescencia complicada

La historia de cómo Franco, hijo de un empleado y una ama de casa, dejó su hogar de clase media en Boedo, es muy triste y comenzó en la escuela secundaria. “Había vendido el juego y comprado una BMX para hacer piruetas en Parque Rivadavia y Parque Centenario, donde los chicos eran más grandes que yo y se drogaban. Empecé con marihuana y seguí con LSD. A los 16 comencé a consumir éxtasis, popper, lanzaperfume y ketamina. A los 20 me hice adicto a la cocaína y pocos años después, también al paco y al crack”, recuerda el joven empresario.

Sus padres intentaron llevarlo a terapia e incluso internarlo. Su tía lo invitó a vivir en su casa por un tiempo, pero nada funcionó. “Ellos me querían mucho, pero no se dieron cuenta de lo grave que era la situación y finalmente me cerraron las puertas. Así empecé a dormir en plazas o iglesias y comía lo que encontraba en la basura junto con otra gente de la calle y dos perros, una bóxer llamada Uma y el caniche Pochi, que todavía vive en la casa familiar”, cuenta con mucho dolor.

Ninguno de los sustos que se pegaba por los consumos lo detenían. Una noche salió de bailar en la moto de un amigo y chocó. Se despertó a los 5 días en un hospital, donde estuvo casi un mes internado. Tenía una fractura expuesta de tibia, un coágulo de sangre en la cabeza y le descubrieron una enfermedad coronaria. Cuando salió, su tío le ofreció trabajo en su empresa de producción de eventos, pero después gastaba la plata en consumo y perdió lo que tanto le gustaba.

La noche que reconoció su problema

Franco recuerda la noche en que, a los 25 años y con más de una década de consumo, se dio cuenta de que su vida se iba a terminar muy pronto si no cambiaba. “Ya había comido de la basura, me había drogado y me estaba tapando con un cartón para dormir, cuando me puse a pensar en lo solo y vacío que estaba. Y decidí que me iba a internar, pensando solo en una cama y comida. Fue justo un mes antes de la pandemia”, relata.

En la asociación civil Identidad PM le salvaron la vida, con paciencia y amor. Lo recuerda así: “Primero me enseñaron a ponerle palabras a lo que me pasaba. Luego me dieron mucha confianza, algo clave para que yo tomara la decisión de cambiar. Me costó mucho darme cuenta de que dependía todo de mí. Estuve en mi casa un tiempo, pero me volví a internar. A los 6 meses le pedí a mi papá que me imprimiera libros de programación para agilizar la cabeza y a los 9 meses ya me daban permiso para hacer cursos en internet. Empecé a pensar qué le podía ofrecer a la gente y se me ocurrió un servicio de páginas web”.

Su exitosa empresa tech

En mayo de 2021, después de un año y un mes de internación, volvió a la casa familiar y creó su empresa, Point Web, que ayuda a las pymes a mejorar su presencia digital. Sus dos primeros clientes le pidieron una página institucional y una tienda online, que aprendió a hacer con cursos en internet.

En febrero de 2022 alquiló la oficina de Palermo y trabajaba todo el día con la computadora de su mamá. Fue creciendo de a poco y sumando empleados. Hoy tiene 11 colaboradores 11 y 4 freelance, entre quienes se encuentra un compañero de rehabilitación.

Busco personas que tengan un propósito, que sepan por qué y para qué trabajan, porque nos estamos profesionalizando –cuenta con mucho orgullo-. Más allá de eso, busco que sean buenas personas sin juzgar a nadie por su condición. Si le cumplimos el sueño al cliente y sacamos adelante su negocio, ganamos todos”.

Ese año 2022 generó 23 millones de pesos y aceptó la ayuda de una empresa para estructurarse, organizar los procesos y liderar a su equipo. El año pasado, su ganancia trepó a 90 mil dólares y este año espera multiplicarla. Ya tiene más de 300 clientes activos, importantes partners como Meta, Google y Mercado Pago, y es parte de Vistage Argentina, Somos Pymes y la cámara de comercio electrónico.

Hoy, Franco Bovone lleva 4 años, 8 meses y 12 días sin consumir drogas, y lo agradece ayudando a otras personas para que no pasen lo mismo que él. Brinda charlas para prevenir las adicciones y se alegra cuando los jóvenes escuchan y piden ayuda, por eso su siguiente paso será armar una fundación. Además ofrece mentorías para quienes le dicen “que no saben para dónde arrancar” y a su vez tiene su mentora, su psicóloga y un coach. Todas las semanas asiste a Narcóticos Anónimos, donde lo guía un padrino y a la vez tiene sus propios ahijados. “Aprendí que mi mayor inversión es mi salud mental, clave para ayudarme a seguir disfrutando de la vida”, asegura.

¿Dónde pedir ayuda?

Línea 141: Es un servicio telefónico de primera escucha y asistencia inmediata de la Sedronar. Es anónimo y gratuito, funciona las 24 horas, los 365 días del año. Brinda información, atención y acompañamiento para situaciones de consumo de sustancias. Cuenta, además, con contención diferenciada para los familiares y entornos afectivos que realizan consultas.

Hospital Fernández: División de Toxicología del Hospital Fernández: en este momento, brindan atención telefónica y personal las 24 horas (para urgencias) y además tiene internación y hace tratamientos ambulatorios con admisión de lunes a viernes por la mañana; también brindan acompañamiento y asesoramiento a familiares. Av. Cerviño 3356, CABA. Tels.: (011) 4808-2655 o 4801-7767.

Narcóticos Anónimos: Brinda atención de manera libre, gratuita y confidencial las 24 horas del día a través de su línea: 0800-333-4720 – WhatsApp: 1150471626. Desde su página web se puede asistir a una reunión virtual.

Fundación Manantiales: Se dedica a la investigación y tratamiento de personas con adicciones. Comunicarse por WhatsaApp al 11-5582-4000 o al 11 4382 8500.

Fundación Niños sin TóxicosFundartox realiza prevención, diagnóstico, asistencia e investigación vinculadas a vinculadas al consumos problemático de sustancias psicoactivas; también brindan acompañamiento y asesoramiento a familiares. WhatsApp: 11-4404-8004.

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