Fuente: Iproup
La tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, adaptarse es una necesidad. Las empresas que integran tecnología en su estrategia se posicionan mejor. Por Federico Pinedo, CEO de ITR y miembro Vistage del G132.
En la actualidad es indiscutible que la tecnología está transformando el mundo empresarial a un ritmo sin precedentes. Además de redefinir cómo operan las empresas, se crean nuevos modelos de negocio y se amplían las posibilidades de crecimiento en todas las industrias.
Aquellas organizaciones que no estén considerando integrar a “la tecnológica” en sus estrategias, corren el serio riesgo de quedar relegadas en un mercado cada vez más competitivo y dinámico.
La adaptación tecnológica ya no es una opción; es una necesidad imperiosa para cualquier organización que desee mantenerse relevante en el mercado. Durante las últimas décadas, fuimos testigos de cómo la tecnología ha permeado cada rincón del mundo empresarial.
Desde la automatización de procesos hasta inteligencia artificial, pasando por la computación en la nube y el análisis de datos, las empresas deben estar preparadas para aprovechar estas herramientas si desean sobrevivir y prosperar.
Este argumento se sustenta en diversas investigaciones, entre ellas un estudio de Gartner, que prevé que para 2027 más del 50 % de las empresas adoptarán plataformas industriales en la nube para impulsar sus iniciativas de negocio, un aumento significativo respecto al 15 % en 2023.
Además, el mismo estudio proyecta que para 2026 el 30 % de las nuevas aplicaciones utilizarán inteligencia artificial para crear interfaces de usuario personalizadas y adaptativas, una mejora notable en comparación con el menos del 5 % que lo hace hoy en día.
Es así como adaptarse a estas tecnologías no será una opción, sino una necesidad competitiva.
En este contexto, las empresas tecnológicas están en una búsqueda constante de profesionales cada vez más capacitados.
No basta con tener un conocimiento general de la tecnología; los nuevos tiempos requieren de especialistas en programación, diseño de software, arquitectura y análisis de datos, y matemáticas aplicadas a la resolución de problemas complejos.
Este fenómeno llevó a una diversificación sin precedentes de las carreras tecnológicas, multiplicando las opciones para los estudiantes y exigiendo un mayor enfoque en la especialización desde el inicio de su formación académica.
Era un error común pensar que solo las grandes corporaciones pueden beneficiarse de la tecnología. Hoy en día, las pequeñas y medianas empresas (Pymes) y los emprendedores también tienen a disposición un amplio abanico de herramientas tecnológicas que les permiten optimizar procesos, ser más eficientes y mejorar su productividad.
A diferencia de hace algunos años, la tecnología ya no es inalcanzable para las Pymes. Desde la Inteligencia Artificial (IA) hasta soluciones en la nube, cualquier empresa, sin importar su tamaño, puede integrar tecnología en sus operaciones diarias.
De hecho, las Pymes tienen la ventaja de ser más ágiles y adaptables, lo que les permite incorporar innovaciones tecnológicas de manera más rápida y efectiva. La clave está en diseñar una estrategia de negocio que no solo contemple la tecnología como un componente adicional, sino que la integre como un elemento central para alcanzar el éxito.
La IA es quizás una de las tecnologías con mayor crecimiento y que más controversia generó en los últimos años, particularmente desde la explosión de la IA generativa.
Si bien está presente desde hace ya mucho tiempo – con los chatbots, los procesos automatizados, etc.- actualmente se aceleró el debate de algunos aspectos de regulaciones, seguridad, trabajo laboral entre otros.
Desde su irrupción en el mercado, despertó tanto entusiasmo como temor. Sin embargo, cuanto más conocemos sobre la IA, menos amenazante resulta. Como toda tecnología emergente, la IA presenta desafíos, pero también ofrece un sinfín de oportunidades para mejorar la eficiencia y la productividad en las organizaciones.
Es natural que, como sociedad, nos enfrentemos a un debate sobre el impacto de la IA en el mercado laboral y en la vida cotidiana.
¿Qué empleos serán reemplazados? ¿Cómo cambiarán las relaciones laborales? ¿Quiénes serán los ganadores y perdedores del uso de la IA?
Estás son preguntas válidas que requieren una reflexión profunda y una regulación adecuada por parte de los estados, que deben desempeñar un rol activo en la inclusión de la tecnología de manera que beneficie a todos los actores involucrados.
Es así como la historia nos enseña que cada revolución tecnológica trajo consigo una mezcla de resistencia y aceptación. Sin embargo, la diferencia crucial hoy en día es la velocidad con la que estos cambios se están produciendo.
Las organizaciones deben estar más preparadas para adaptarse y evolucionar. Aquellas que lo logren no solo sobrevivirán, sino que se posicionarán como líderes en sus respectivos mercados.
Es fundamental que empresas, sociedad y estado, colaboren estrechamente para facilitar esta transición y asegurarse de que todos sigan en el camino. La tecnología es un desafío, pero también es una ventaja para aquellos dispuestos a incorporar el cambio y liderar esta nueva era.