Fuente: La Nación
En la última década el empleo asalariado formal del sector privado tuvo un crecimiento muy pobre; cuáles son los temas de la agenda, tanto de corto como de largo plazo, para tomar medidas que le den dinámica al mercado. Por Matías Ghidini, miembro GV061.
En los últimos diez años el empleo registrado del sector privado creció en la Argentina apenas 5%. Según datos oficiales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, entre agosto de 2013 y ese mismo mes de este año nuestro país generó 284.000 nuevos puestos de trabajo formales del segmento privado. En idéntico período, el número de trabajadores autónomos cayó 6%, mientras que las cantidades de puestos en el empleo público y de monotributistas aumentaron 23% y 58%, respectivamente. Huelgan comentarios. El mercado laboral argentino no solo no arranca, sino que, estructuralmente debilitado, retrocede año tras año.
El nuevo presidente de la Nación Javier Milei tendrá, entre las muchas urgencias, la posibilidad de refundar (o no) el mercado del trabajo. ¿Cuál debería ser su agenda laboral? En lo inmediato hay dos ejes imperativos.
• La recuperación salarial. 2023 será el sexto año consecutivo en el que los sueldos perderán contra la inflación. Hasta 2022 y dada la alta inflación, en cinco años, los salarios en promedio y en moneda constante (del empleo privado y público) orillaron una caída de 20% en términos reales, y ese porcentaje que se duplicó en el caso de los trabajadores informales.
• Industria del juicio laboral. Es el gran y eterno lastre para las pequeñas y medianas empresas locales. Que, cabe aclarar, generan por lo menos el 70% del empleo total de nuestro país. El promocionado proyecto de seguro de desempleo (similar al que utilizan en la Uocra para el trabajo en la construcción) asoma como una auspiciosa primera iniciativa. Su implementación se perfila desafiante y decisiva.
Más estratégico y de largo plazo, un posible relanzamiento del sistema laboral debería incluir:
• Comprender y abrazar el futuro del trabajo. La hibridez oficina-hogar es hoy ya un hecho. Guste a quien le guste. Claro está, no para todas las profesiones o industrias, pero sí para una gran mayoría. ¿Con qué marco legal –profundamente debatido, consensuado, enriquecido– vamos a regular esta realidad? ¿Cómo serán incorporados al mercado formal los cada vez más freelancers (principalmente, exportadores de servicios) que facturan sus conocimientos al extranjero, tributando solo una minoría? ¿Qué modelos alternativos a la relación de dependencia –en retroceso– son los que seducen y prefieren las nuevas generaciones? El futuro (y presente) del trabajo exige una agenda distinta, que todavía pocos perciben y comprenden.
• Conectar y repensar la educación. Sin educación de calidad no hay salida laboral posible. En la provincia de Buenos Aires, aproximadamente la mitad de los chicos no termina el secundario. La Argentina genera un ingeniero cada 6000 habitantes. México, uno cada 1000. En la Universidad de Buenos Aires (UBA) en el primer cuatrimestre de 2022, por cada estudiante de ingeniería se inscribieron dos de psicología. La carrera con más graduados en toda Argentina es Derecho (18.500 en 2019, que representaron el 14% del total). Falla no solo la calidad, sino también el qué se estudia. La educación del futuro implica conectar la demanda laboral del mañana con los conocimientos del hoy.
Del lado de los que buscan (ciertamente, muchos más que los desocupados contados como tales en la tasa del Indec, de 6,2% en el segundo trimestre de 2023), ¿dónde estarán las oportunidades laborales en 2024?
En un escenario sectorialmente muy heterogéneo y directamente vinculado a la suerte de la economía, hay un par de certezas. La agroindustria (recuperada pos- niño), la minería (potenciada por el boom del litio) y Vaca Muerta son áreas que crecerán, y con ellas, la demanda de profesionales. La digitalización sigue reconvirtiendo perfiles y generando nueva demanda: flamantes startups en HeathTech, EdTech o ClimaTech se suman a las ya conocidas FinTech, y aportan chances para los que prefieren desafíos más volátiles y ambiguos. Por fuera de este grupo selecto, primará la prudencia hasta que aclare. Tener un empleo estable, salarialmente competitivo y bajo un buen clima laboral, pagará doble.
Se va 2023, otro año perdido para el trabajo. Deudas históricas, urgencias de corto plazo, dirigentes enredados en mezquindades ideológicas e intereses de pocos. Difícil esperar un 2024 muy distinto para el empleo sin soluciones reales de fondo. Mucho dependerá del rumbo estratégico de la gestión de Milei. La agenda es clara, la decisión y capacidad genuina de cambio, aún incierta.