Roberto Ferracioli, miembro Vistage del G240, y Ariel Ferracioli, miembro del G235, son padre e hijo respectivamente. Trabajan juntos en Casa Ferracioli, una empresa histórica y muy reconocida de la ciudad de Neuquén, dedicada a la venta por menor de artículos deportivos, tiempo libre y ropa informal. En esta oportunidad, nos cuentan los pro y contras de compartir también la vida laboral.
Roberto Ferracioli y su hijo, Ariel Ferracioli, trabajan juntos hace 8 años en Casa Ferracioli, empresa familiar que se dedica a la comercialización de artículos deportivos, tiempo libre y ropa informal. Casa Ferracioli tiene 97 años de historia y ya cuenta con una trayectoria de 4 generaciones.
“Soy presidente del Directorio y Ariel es director y gerente de Administración”, explica Roberto; y recuerda que tomaron la decisión de trabajar juntos porque Casa Ferracioli se caracteriza por dar lugar a las nuevas generaciones, siempre y cuando se hayan profesionalizado. “Como Ariel es Licenciado en Administración de Empresas desde 2014, le propuse que forme parte de la empresa”, explica.
A su vez, Ariel afirma: “Desde que tengo uso de razón deseo formar parte de la empresa que creó mi familia desde los albores de esta gran ciudad. Gracias a ello, estudié Administración de Empresas, para darle valor a la empresa”.
-¿Cuáles son los desafíos que enfrentan al trabajar juntos en comparación con otros colegas?
Roberto: -Uno de los principales desafíos es lograr tener paciencia y no reprender frente a otras personas. Si es posible, intento tampoco reprender en privado. Una de las desventajas de trabajar juntos es que a veces, el exceso de confianza hace que las directivas se tornen un poco más laxas. No obstante, la confianza es, en simultáneo, una de las grandes ventajas porque está vinculada a la flexibilidad en el trabajo y a la tranquilidad de ir dejando el puesto en manos de una persona de la familia.
Ariel: -Separar la relación laboral de la personal puede resultar complicado. Es un ejercicio de todos los días. La confianza mutua es un punto clave porque aceita mucho la maquinaria. De cierta manera, uno “se siente en casa”, lo que me permite sentirme seguro y muchas veces tomar riesgos que en otros contextos no tomaría, con sus beneficios y consecuencias aparejadas. Para mí trabajar con mi padre es un privilegio que muy pocos tienen. Aprendo de él lo que no te enseñan las instituciones. Me siento contenido, protegido y valorado.
-¿Cómo hacen para que los problemas del trabajo no interfieran en el vínculo padre-hijo?
Roberto: -Lo principal es saber pedir disculpas. Además, valoro mucho la satisfacción que me genera darme cuenta que es muy capaz; a veces, hasta más que yo. En todo el proceso de trabajar juntos, Vistage Argentina me ha ayudado mucho, especialmente el asesoramiento particular.
Ariel: -El respeto es fundamental. No es una tarea fácil ya que a veces los roles se confunden y pueden surgir peleas. En el ambiente laboral, tanto el padre como el hijo deben ocupar sus papeles y evitar confundirlos, en especial frente a terceros.
Finalmente, Roberto recomienda a los padres que evalúan comenzar a trabajar con sus hijos que los exhorten a especializarse, si es posible en universidades. También aconseja conseguir un tutor o entrenador que no sean ellos mismos. “Hay que darles espacio para que tomen decisiones y también permitirles equivocarse”, concluye Roberto.
En tanto, Ariel sugiere hacer un acuerdo tácito donde el respeto y la división de los roles sean aspectos fundamentales. También recomienda no dejarse llevar por el calor de las discusiones y mantener la unidad. “No hay que olvidar que ambos tienen o tendrán gente a cargo, la cual necesita una guía clara y sin fisuras”, apunta. Y añade: “Es importante tener siempre en claro que trabajar juntos es una oportunidad única para enriquecer la relación, por lo que hay que aprovecharla al máximo”.
Estas son las vivencias de Roberto Ferracioli y Ariel Ferracioli. Una historia familiar que se suma a las experiencias compartidas con Vistage Argentina.